Blogia
dos piedras blog: el mundo de un autor iluminado

Tucidides Gargallo 01. Mi padre la ha cascado

Esta historia, que es la mía, empieza cuando termina la de mi padre: Apenas lo conocí, pero fue un gran tipo a su manera.

Nunca estuvimos demasiado unidos el viejo y yo, ¿saben? cada cual con sus preocupaciones, cargando con la vida a cuestas. Yo jamás lo tuve cerca cuando lo necesité a mi lado y él murió sólo y olvidado en un albergue de mala muerte. Dicen que quien siembra vientos recoge tempestades, pero a nosotros nos bastaba con saber que todavía andábamos por el mundo, no había nada de rencores imperdonables en la relación que nos unía, pero tampoco arqueé las cejas cuando me enteré de la fatídica noticia.

Mi padre, para mí, era esa clase de incómoda holografía que siempre acaba enterrada en lo mas profundo del equipaje. Las pocas veces que oía su voz coincidían con mi cumpleaños, solía contactar conmigo desde algún lugar olvidado y oscuro, se interesaba un poco por mi estado y redondeaba conversaciones insulsas con promesas cargadas de prontos encuentros y comentarios acerca de mis estudios. Al poco tiempo ninguno de los dos sabía bien cómo continuar:

Soy incapaz de precisar si llegue a quererlo en vida, ¿saben? En ocasiones me pregunto, ¿habrían sido distintas las cosas de habernos visto mas a menudo? Imagino que él debía sentir algo de amor por mí, pero no me avergüenza reconocer que con el paso de los años dicho sentimiento distaba mucho de ser recíproco: Había terminado por transformarse en el apunte de una cuenta bancaria, pues cada vez que necesitaba algo de dinero se lo pedía por correo electrónico (costumbre que me hacía sentir miserable pero venía muy bien para pagar los alquileres y las matrículas de las clases). Pobre viejo, quizás así lavaba un poco su mancillada conciencia, ¿quién lo puede adivinar ahora?

Yo sólo lo tuve a mi lado en un par de ocasiones, la primera de las cuales ocurrió cuando contaba apenas cuatro años.

0 comentarios